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Solo quiero aportar algunas reflexiones a pie de obra, obtenidas después de varios días de contacto y debate con las direcciones de mis centros, direcciones por cierto enormemente comprometidas, siempre y también ahora con la difícil tarea que les corresponde.
Me transmiten algunas preocupaciones muy importantes. La primera, sin duda es una que todos compartimos: la gran inquietud por los más frágiles, los que tienen más dificultades. Este es un terreno abonado para que las diferencias entre unos y otros aumenten. Algunos claustros han logrado establecer un sistema de tutorías individualizadas con aquellos alumnos que tienen más dificultades, para hacer un seguimiento más cercano de su marcha estos días. Pero no todos pueden ponerlo en funcionamiento debido a la escasez de medios tecnológicos. En otro centro han decidido ponerse en contacto directo con las familias que no responden a los mensajes que les envían. De esta forma quieren conocer lo que pasa de viva voz, para poder ayudar a estos alumnos más perdidos.
Otra gran preocupación es el propio profesorado.
Una extraordinaria directora me comentaba los primeros días de confinamiento su angustia. Vio a sus profesores con tal agobio, que les pidió por favor que se calmasen, que si ellos no lo hacían ni las familias ni los alumnos iban a poder conseguirlo. Además añadió: “si ellos caen, detrás van a ir los alumnos. No puedo aceptarlo”
Me contó que tenían varias razones para agobiarse: primero no dominar el nuevo medio de relación con su alumnado, segundo que muchos tenían a sus hijos pequeños en casa y tenían que compatibilizar el trabajo con las obligaciones familiares, y tercero que estaban trabajando de forma permanente, mucho más que lo habitual, lo que les llevaba a estar muy estresados.
Esta directora les pidió que bajasen el pistón de la exigencia a sus alumnos, que eso no era prioritario, que lo primero era gestionar las emociones, las de cada uno en sus casas y las de los alumnos que ya comenzaban a tener dificultades.
Veis porqué digo que esta mujer es un crack!!!!
Me habló por primera vez de una cuestión que creo está siendo esencial y no sé si bien atendida y entendida: es complejísimo –por no decir imposible- sustituir la presencia del educador en el aula, porque la capacidad de despistaje de los medios virtuales es muchísimo más elevada y porque el contexto de las cosas que están sucediendo no colabora a que a cada alumno y alumna se les preste la atención que se merecen, y que es imprescindible para que sigan avanzando, en lo académico y también en lo personal.
Es importantísimo que también en estos momentos de confinamiento, los maestros se sitúen al lado de sus alumnos, que les acompañen en los procesos de madurar personal, social y académicamente, en los aprendizajes necesarios para la vida. Especialmente muy cerca de los más frágiles.
¿Cómo hacer esto mientras estamos todos confinados en nuestras casas? ¿Cómo hacerlo sin cargar de tareas inútiles a los alumnos? ¿Sin angustiarles dando importancia a tonetrías? ¿Cómo hacerlo sin poner todo el peso en las familias y angustiarles poniéndoles en el papel de maestros? ¿Cómo compartimos en estos momentos con las familias la responsabilidad de educar a los niños y los jóvenes? ¿Cómo se puede coordinar el profesorado para que existan respuestas construidas entre todos? ¿Cómo pueden ayudar las direcciones de los centros a su profesorado? ¿Y la inspección? ¿Y los servicios de apoyo? ¿El papel de la Administración y de política educativa?
Creo que estas son las preguntas a la que tenemos que intentar dar respuesta, porque me temo que esta situación se va a alargar mucho más de lo que nos gustaría.
Finalizo con dos ejemplos, creo ilustrativos de las tareas que tenemos por delante mientras estemos en esta situación:
1.- El director de un centro me pasa la carta que han enviado a las familias. Los alumnos en sus casas han comenzado a utilizar por su cuenta una aplicación F3, que se propaga exponencialmente por medio de los contactos y que es anónima. Me lo envía porque cree que puede dar lugar a situaciones de ciberacoso y otras incluso más graves. Sabe que este tema me apasiona. Les ha pedido a sus familias y a los propios alumnos que eliminen esa aplicación.
2.- Mi sobrino que está en 4º de la ESO. La profesora de Educación Física les está poniendo multitud de tareas de tipo teórico, que junto con el resto que mandan los otros profes, le hacen tener que trabajar más de 7 horas al día. ¿Esto es educar? La profesora de Educación Física no debería enviarles un vídeo de cómo mantener la forma física en estos momentos de estar encerrados y hacer un seguimiento con cada uno.
Salud cuidaros mucho!